viernes, 4 de mayo de 2018

Cala Fonda - Tarragona

La vecindad del complejo petroquímico pone en valor más todavía esta reliquia mediterránea. 
Hay que aparcar en el restaurante Mirall d'Estiu, en playa Larga, y marchar dos kilómetros: los pinares dejan paso a una incómoda bajada final. Unos deambulan a cuerpo gentil, otros se dan un chapuzón. Todos hablan maravillas.

(El País)

No hay comentarios: