miércoles, 20 de septiembre de 2017

La Judía de Toledo

Los amores entre Alfonso VIII, campeón de las Navas de Tolosa, y la judía de Toledo, han ido dejando un bellísimo rastro literario hasta nuestros días. El argumento es bien sencillo. Alfonso, que estuvo casado con Leonor de Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania y, por lo tanto, cuñado de Ricardo Corazón de León y de Juan sin Tierra, se enamora perdidamente de una bellísima judía, a la que Lope bautiza para siempre como Raquel. El rey se encierra con ella siete años en su palacete toledano de La Galiana, también conocido como La Huerta del Rey, olvidándose de su esposa y desatendiendo el gobierno de Castilla, pronta a romper la tregua con los moros. Una conjura de nobles, instigada por Leonor y por la Iglesia tras la derrota de Alarcos, pone trágico fin a esos amores, desencadenando la furia del rey, que aún tardará años en hacer las paces con la reina, paz que sella construyendo el Monasterio de las Huelgas donde están enterrados.
El único rastro histórico de esta apasionada historia de amor se debe a Alfonso X el Sabio, quien reinó un siglo después de haber ocurrido los hechos, si es que no son puramente legendarios, y quien cuenta que Alfonso “pagóse mucho de una judía que auie nombre Fermosa, e olvidó la muger, e ençerróse con ella gran tiempo en guisa que non se podié partir d’lla por ninguna manera, nin se pagaua tanto de cosa ninguna: e estouo ençerrado con ella poco menos de siete años… Entonçe ouieron su acuerdo los omes buenos d’l reino cómo pusiesen algún recado en aquel fecho tan malo e tan desaguisado… e con este acuerdo fuéronse para allá: e entraron al rey diziendo que queríen fabrar con él: e mientras los unos fabraron con el rey, entraron los otros donde estaua aquella judía en muy nobres estrados, e d’golláronla”.
Historia o leyenda, el tema ha sido abordado desde la óptica antisemita del Siglo de Oro, la xenófoba del XVIII contra los ilustrados borbones, y también por la medievalista del posromanticismo alemán, con poemas, obras teatrales y novelas como “Las Paces de los Reyes y Judía de Toledo”, de Lope de Vega (1617). Entre otras obras, le siguen “La desgraciada Raquel”, de Antonio Mira de Amescua (1625); “La Judía de Toledo”, de Juan Bautista Diamante (1667); “Raquel”, de Vicente García de la Huerta (1778) y “Die Jüdin von Toledo”, de Franz Grillprazer (1851). Mediado el siglo XX, Lion Feuchtwanger, gran amigo de Bertolt Brecht, quizá eleva el tema a obra maestra con su documentadísima “Spanische ballade” o “Die Jüdin von Toledo” (1955, novela adaptada al teatro por Kristo Sagor en 2012) pues, además, teje el relato desde el punto de vista judío. “La historia de Fermosa, amante de Alfonso VIII”, de Abraham S. Marrache (2009), es la más reciente incursión en este romance… y no será la última.

(ABC - Cultura)

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