viernes, 22 de septiembre de 2017

El lío de las reparticiones

A pesar de las conquistas y de los reinos ganados a los almohades, escasos fueron los territorios para repartirlos con equidad entre todos sus hijos legales sin recibir quejas. Jaime I, influido por su segunda esposa, tuvo que rehacer varias veces el escrito de repartos ante las protestas y otras eventualidades que ahora explicamos. 
Cuentan las crónicas que Violante fue una madre ambiciosa que quiso para sus hijos los mejores puestos y para ello utilizó todos los medios a su alcance para impedir que el infante Alfonso, el primogénito de Jaime I, fruto de su primer matrimonio con Leonor, alcanzara la Corona de Aragón. El testamento de 1247 dejaba claro que Alfonso sería el heredero de Aragón, mientras sus hermanastros Pedro, Jaime y Fernando se repartirían los condados de Barcelona, Ribagorza y Rosellón y los Reinos de Mallorca y Valencia. No le debió gustar mucho a Alfonso la decisión tomada por su padre pues sabemos que se quejó de inmediato al rey de Castilla para que parara aquel atropello. Al final, las Cortes de Alcañiz (Teruel) de 1250 dejaron las cosas más claras y ajustadas a derecho: Alfonso sería rey de Aragón y Valencia; Pedro, conde de Barcelona, y Jaime, rey de Mallorca y señor de Montpellier. Pero los dolores de cabeza para el padre no acabaron con esta última declaración. Dos asuntos añadirían más leña al fuego.
En 1258 Jaime I y Luis IX de Francia firman el tratado de Corbeil para zanjar de una vez por todas el espinoso tema de los derechos y las reclamaciones ultrafronterizas. Resulta que por razones geográficas y familiares el Reino de Aragón y el condado de Barcelona tenían territorios al otro lado de los Pirineos y prueba de ello es que el rey de Aragón era señor de Montpellier, por ejemplo, y que los reyes de Francia se hacían nombrar condes de Cataluña por descendencia directa de Carlomagno. De esta manera, Jaime se olvidó de las tierras del sur de Francia (Languedoc y Provenza) a cambio de la renuncia del soberano francés a sus derechos feudales sobre Cataluña. 
Pero la muerte prematura del heredero Alfonso sin descendencia en 1260 alivió un poco la situación y hubo que hacer un nuevo convenio de partición (1262) que sería el definitivo. Así las cosas, los hijos de Violante fueron los principales beneficiarios: Pedro sería el futuro rey de Aragón y Valencía y conde de Barcelona, y Jaime se coronaría soberano de Mallorca y de los condados de Rosellón y Cerdaña entre otros. El infante Fernando no aparece en este nuevo reparto porque había fallecido.


(Javier Leralta)

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