miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Camino de Santiago

Cuando los europeos nos planteamos las raíces de nuestras señas de identidad, buscamos en el pasado referentes de europeidad. Nos equivocamos con personajes como Carlomagno, pues nunca tuvo de su Imperio otra visión que la meramente patrimonial, o no nos gusta demasiado, por políticamente incorrecto en la sociedad actual, el mensaje del ejército cruzado; sin embargo, todo es positivo cuando invocamos el nombre de las peregrinaciones.
En su constante discurrir por los caminos, los peregrinos, movidos por unos emotivos ideales espirituales comunes, cruzaban las fronteras artificiales de los hombres y afrontaban las dificultades de las barreras naturales, constituyendo una única nación, la de los creyentes. Alemanes, suecos, ingleses, italianos, húngaros, polacos, franceses, los hispanos de los diferentes reinos y todo un largo etcétera formaban un solo pueblo, el de los "marchadores de la fe".
Como vemos por este poema de Fulberto, obispo de Chartres, acudían de todas las partes atraídos por los milagros que obraba el apóstol Santiago en su sepulcro de Compostela, en las lejanas tierras del Finisterre: 

"Santiago el de Zebedeo
el que Mayor es llamado,
que milagros a millares
en Galicia lleva a cabo.
A cuyo espléndido templo
viniendo las gentes todas
de todas las partes del mundo
la gloria de Dios pregonan.
Armenios, griegos, pulleses,
anglos, galos, dacios, frisios,
naciones, lenguas y tribus
acuden con donativos". 

Un fenómeno de masas como éste, cuyo origen se remonta a casi mil doscientos años, ha dejado su impronta en los protagonistas y en los caminos por donde ha discurrido la peregrinación jacobea. Siendo Santiago uno de los apóstoles más importantes según los textos evangélicos, su fama y prestigio sufrirá una transformación radical a partir de su supuesta evangelización de España y su entierro en Galicia. 
A lo largo del medievo los peregrinos a diversos santuarios eran muchos; sin embargo, como nos indica Dante, en su "Vita nuova", "peregrino se puede interpretar de dos maneras, en sentido lato y en sentido estricto. En sentido lato, en la medida en que peregrino es todo el que se encuentra fuera de su patria. En sentido estricto, no se considera peregrino sino a quien se dirige a la casa de Santiago, o vuelve de ella".

(Artehistoria)

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