lunes, 7 de julio de 2014

Alfonso I y los abulenses. Las Fervencias

Este rey aragonés llega en 1126 ante los muros de Avila. Va en busca de su hijastro, que pronto será Alfonso VII el emperador. Los de la ciudad no le permiten la entrada, pues no se fían de sus intenciones. Sin embargo, como se trata del anterior marido de la reina Urraca, acceden a entregarle en rehenes, hasta que aparezca su hijastro, unas sesenta personas miembros de las principales familias de la ciudad.
Llevando los rehenes, los aragoneses se retiran a su campamento. El rey está furioso y se siente humillado porque los abulenses no le han permitido registrar la ciudad.
En venganza, ordena que los sesenta rehenes sean pasados a cuchillo y sus cabezas, después de haberlas cocido en calderas, sean puestas enfrente de los muros de Avila para que sus familiares y amigos las puedan contemplar.
El lugar donde esta bárbara venganza tuvo lugar pasó a ser conocido después como «Las Fervencias», en triste conmemoración de lo allí ocurrido.

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