jueves, 22 de diciembre de 2011

·El pastor de la Albufera

Cerca de la albufera valenciana, hace ya muchos años, un pastorcillo iba todos los días a apacentar sus cabras.
Era casi un niño y cuenta la leyenda que viva solo en una pobre cabaña entre la laguna y el mar. Todos los días paseaba por la dehesa sin mas compañía que su ganado, entre los pinos y las zarzas y cuando el sol calentaba el pastorcillo se sentaba al pie de un recio arbusto para solazarse con el sonido melódico de su flauta. Al eco de la música acudía siempre una pequeña culebra que permanecía junto al muchacho largo rato haciéndole compañía.
Tan solícito era el reptil que día tras día fueron estrechando una extraña amistad que hasta llegó a inquietar sus vecinos.
Deseoso de poder llamarla de alguna forma le puso por nombre Sancha, y tanta fidelidad le demostró que llego a agradecerle su visita como si se tratase de una amiga, el reptil por su parte en cuanto oía la flauta seguía alegre el ritmo de la melodía.
Así fue transcurriendo el tiempo y los dos extraños e insólitos compañeros se sintieron aliviados en su soledad. Pero el pastor cumplió la edad para prestar sus servicios a la patria y no tuvo mas remedio que dejar sus cabras, su flauta y lo que más le dolía la compañía de su amiga Sancha,
Pasaron diez años lejos de la dehesa y se hizo un hombre y encontró nuevos amigos, pero el recuerdo de Sancha y su compañía en sus días de soledad no lo había olvidado nunca.
Deseoso de volver a verla y evocar su juventud decidió volver a la Albufera y se fue a caminar un buen rato entre zarzas y matorrales, y llego al pie del arbusto donde se sentaba a tocar la flauta, llamó entonces a Sancha y, tras un rumor de hojas secas, la culebra apareció ante él; pero ya no era el pequeño reptil, sinó que su cuerpo había crecido en tal proporción que el militar se asusto y quiso huir, pero no le fue posible, porque Sancha más rápida se abalanzo para abrazarle y sé enrosco alrededor de su cuerpo, el joven pálido de terror noto que se estrechaba hasta dificultarle la respiración, mas no tuvo defensa alguna. Sancha emocionada estrujándole cada vez con mas calor, le quebró los huesos y acabo asfixiando con su viscoso cuerpo a su gran amigo.


(texto de "La velleta verda")

No hay comentarios: