domingo, 5 de octubre de 2008

El comportamiento de los toros (Madrid)



Fue en la corrida celebrada el día 16 de diciembre de 1688, organizada para celebrar la mejoría de la reina María Luisa de Orleans, primera esposa de Carlos II, aquella a la que se cantaba:

Sabed, bella flor de lis:
Si parís, parís a España.
Si no parís, a París.



Como era costumbre, los toros se tenían en las afueras de la Puerta de la Vega, entraban por ésta a la Villa y subían hasta la plaza Mayor, en la que el toril se disponía entre la Casa de Carnicería y la calle de Atocha, corriendo el encierro entre calles con vallas de madera.

Pero este día sucedió que, sin que se diera cuenta nadie, una vieja que asistía al encierro se vio, ni ella misma supo cómo, metida dentro del toril, encerrada con los treinta toros de la corrida del día.

Bueno, pues lo más gracioso es que llegó a salir de allí sin el menor rasguño y sin que siquiera un toro la asustara con un gesto o un embiste.

Uno de esos toros, en cambio, hirió al caballero en plaza don Francisco de Rivadeneyra, al que cosió materialmente un muslo a la silla del caballo. También en esta corrida un toro murió instantáneamente al ponerle un rejón corriente y otro de los lidiadores mató a un toro a estocadas, desde el mismo caballo. Era el llamado Caballero andaluz, que era de Granada.

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