martes, 4 de marzo de 2008

La Gran Vía de Madrid


Cuando hoy deambulamos por esta céntrica calle madrileña siguiendo su sinuoso trazado, cuando nos paramos frente a sus escaparates o repasamos las carteleras de sus cines y teatros, al abrirnos paso casi a codazos para cruzar la calzada cuando el semáforo se pone verde podemos pensar que siempre ha sido así. De tal modo la Gran Vía se ha imbricado en el tejido urbano y social de Madrid.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Hace menos de un siglo aquella zona era un conglomerado de calles estrechas e insalubres. Baste decir que allí se encontraba el Callejón del Perro de tan solo 2,30 m. de ancho que gozaba del dudoso privilegio de ser la calle más estrecha de Madrid.

El tercer proyecto, que sería el definitivo, fué aprobado el 27 de Agosto de 1904. Dentro de una semana hará cien años. Hubo dos proyectos anteriores (de 1862 y 1886) que sólo tenían en común con el que se aprobó su terminación en la plaza que entonces se llamaba de San Marcial y hoy es (ampliada y modificada) la Plaza de España.

Lo de definitivo es una manera de hablar porque sobre la marcha sufrió otros cambios como la rectificación en varios metros de su trazado para no llevarse por delante la Iglesia de Caballero de Gracia. O la supresión del bulevar previsto entre la Red de San Luis y Callao y la ampliación en 10 m. de anchura del tramo que va de Callao a la Plaza de España.

El proyecto que finalmente vería la luz fué llevado a cabo por los arquitectos municipales Salaberry y Octavio y antes de su aprobación sufrió durante años alegaciones y protestas. No sólo de los afectados por las expropiaciones sino también por los herederos de quienes planearon anteriores proyectos y que consideraban que se habían copiado sus ideas.

Para lo amantes de las cifras diré que el total de los tres tramos tiene una longitud de 1316 m.
Para su realización se expropiaron 315 casas y 4 solares. Se vieron afectadas, total o parcialmente, 48 viejas calles y plazas. Los comerciantes y vecinos desplazados fueron varios miles.

Del coste social y económico de la operación podemos hacernos una idea.

Todavía tuvieron que pasar cinco años largos hasta que el 13 de Noviembre de 1909 se adjudicaron las obras al financiero francés Martin Albert Silber por algo menos de 29 millones de pesetas de las de entonces. Hoy, con ese dinero no se compra ni el más modesto apartamento.
Finalmente el 4 de Abril de 1910, el Rey Alfonso XIII inauguró las obras mediante un golpe simbólico dado con una piqueta de plata en la llamada Casa del Cura que cerraba el paso desde la calle de Alcalá. Ese cura no era otro que el Párroco de San José.

El pueblo de Madrid, siempre propenso a la guasa improvisó enseguida la siguiente cuarteta:

"La casa del Señor Cura
nunca la vi como ahora,
profanada por la impura
piqueta demoledora."


Notas tomadas del libro "El Madrid de la Gran Vía" de Ramón Hidalgo Monteagudo,Rosalía Ramos Guarido y Fidel Revilla González

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